La articulación de la rodilla está compuesta por tres huesos (fémur distal, tibia proximal y rótula o patela) y otras estructuras especializadas de tejido blando (como los ligamentos cruzados y colaterales, los meniscos y el cartílago articular).
La articulación de la rodilla consta de dos articulaciones independientes: la tibiofemoral o femorotibial (TF) y la patelofemoral o femororrotuliana (PF) . La TF es la articulación del fémur con la tibia, y la PF es la articulación de la rótula con el fémur. La articulación de la rodilla se clasifica como doble condiloide o articulación de bisagra modificada. Las fuerzas que actúan sobre y a través de la articulación de la rodilla son principalmente compresivas (aunque también pueden incluir tensión, cizallamiento, flexión y torsión) y pueden alcanzar hasta cuatro veces el peso corporal al caminar en terreno llano y ocho veces al caminar cuesta abajo.
Las funciones principales de la articulación de la rodilla incluyen los siguientes puntos:
Si bien la articulación de la rodilla soporta el peso corporal, también debe permitir un amplio rango de movimiento durante las actividades cotidianas.
La rodilla no solamente actúa como una simple articulación de bisagra, en realidad, requiere un movimiento tridimensional complejo para reaccionar y soportar adecuadamente las cargas externas e internas.
Para soportar estas cargas complejas, la articulación de la rodilla se apoya en numerosas estructuras, como ligamentos, tendones y cartílagos, que proporcionan
estabilidad y sujeción tanto activas como pasivas.
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