Durante este video vamos a hablar del músculo piriforme o piramidal de la pelvis.
Se encuentra en la parte profunda de la región glútea.
Es un músculo plano con forma piramidal y por eso se llama así, aunque más bien tiene forma de pera.
Ya sabemos que ésta es la escotadura ciática mayor y ésta la escotadura ciática menor.
Entre la espina ciática y el borde lateral de la base del sacro se encuentra el ligamento sacroespinoso.
Y esta banda es el ligamento sacrotuberoso que se extiende entre la tuberosidad isquiática y los bordes laterales del coxis y el sacro.
La disposición de estos ligamentos mencionados junto con las escotaduras ciáticas, delimitan estos dos orificios llamados foramen ciático mayor y foramen ciático menor.
El músculo piriforme se origina en la cara anterior del sacro, entre los agujeros sacros correspondientes a las vértebras S2, S3 y S4. Luego el vientre muscular se dirige hacia el exterior de la pelvis atravesando el foramen ciático mayor y dividiéndolo en dos espacios, suprapiriforme e infrapiriforme. Termina en un un tendón que se inserta casi en el vértice del trocánter mayor, superior al sitio de inserción del tendón del músculo gémino superior. Estos son el obturador interno y el gémino inferior.
Ahora Vamos a ver cómo actúa:
Cuando la pelvis esta fija, produce en el fémur una rotación externa, extensión y abducción.
Perooo a partir de los 90º de flexión de cadera, veis que se comporta como un rotador interno.
Vaya, rota internamente el fémur
Ahora si tomamos el fémur como punto fijo, vemos que si actúa de los dos lados, lleva al sacro (y con él a toda la pelvis) hacia delante. Esto se llama retroversión pélvica.
Y si actúa solamente de un lado, produce una rotación interna de la pelvis sobre el fémur.
Vamos a ver su inervación.
Lo inerva el nervio del músculo piriforme, se llama así, una rama propia del plexo sacro, concretamente de las ramificaciones de los ramos anteriores de L5, S1 y S2.
El piramidal, es notablemente conocido por ser causante del síndrome del piramidal o la también llamada falsa ciática. Esto se debe a que el nervio ciático, por regla general, discurre entre el piramidal y el gémino superior.
Así pues, una contractura en esta zona, acorta la longitud de los músculos, aumentando su volumen, y esto provoca una compresión sobre el nervio ciático, produciendo ese dolor que a veces se confunde con ciática. Pero, atención que no es lo mismo. La gran diferencia es el origen de la comprensión del nervio ciático. La causa más frecuente en la ciática es la presencia de una hernia discal o una protusión (fase inicial de la hernia). Suele ocurrir entre la 4ª y 5ª vértebra lumbar o entre la última vértebra lumbar y el sacro. También puede ocurrir por desgaste de tejidos y huesos de la columna vertebral por el paso del tiempo
Estos ejercicios pueden ayudar a aliviar el síndrome del piriforme y mejorar la flexibilidad y fuerza en la región pélvica.
El piriforme se origina en la superficie anterior del sacro y se inserta en el trocánter mayor del fémur, atravesando el foramen ciático mayor. En aproximadamente el 17% de la población, el nervio ciático pasa directamente a través de las fibras musculares del piriforme, lo que predispone a la compresión nerviosa y al desarrollo de síntomas asociados con el síndrome del piriforme1,8. Esta variación anatómica explica por qué ciertos individuos experimentan ciática sin patología lumbar evidente, destacando la necesidad de considerar este músculo en el diagnóstico diferencial de dolor glúteo y radiculopatía1,9.
El síndrome del piriforme se caracteriza por dolor en la región glútea que se irradia a lo largo del trayecto del nervio ciático, exacerbado por actividades como sentarse, subir escaleras o realizar movimientos de rotación interna de la cadera1,4. La compresión del nervio ciático por el músculo piriforme inflamado o hipertrofiado puede provocar parestesias, debilidad muscular y alteraciones sensoriales en la extremidad inferior8. Estudios recientes sugieren que la hipertrofia del piriforme, observable mediante ultrasonido o resonancia magnética (RM), está presente en hasta el 70% de los casos sintomáticos3,9. Además, la inflamación crónica del músculo puede generar fibrosis perineural, complicando el cuadro clínico y requiriendo intervenciones más agresivas8.
El piriforme actúa como un marcador anatómico clave en la región glútea. Divide el foramen ciático mayor en porciones superior e inferior, determinando la distribución de estructuras neurovasculares como el nervio glúteo superior y los vasos glúteos superiores (por encima del músculo) y el nervio ciático (por debajo)1. Esta disposición anatómica es crucial durante procedimientos quirúrgicos o inyecciones guiadas por imagen, donde la identificación precisa del músculo evita complicaciones iatrogénicas3,5.
Esta prueba, con una sensibilidad del 88% y especificidad del 83%, posiciona al paciente en decúbito lateral con la cadera afectada hacia arriba. El examinador flexiona, aduce y rota internamente la cadera, aplicando presión para estirar el piriforme. Un resultado positivo—dolor glúteo o irradiado—sugiere compresión del ciático por el músculo6,7. Estudios demuestran que el FAIR test correlaciona con la prolongación del reflejo H durante la maniobra, validando su utilidad en el diagnóstico6.
Realizado en sedestación, el paciente cruza la pierna afectada sobre la rodilla contralateral mientras el examinador empuja suavemente la rodilla hacia el pecho. La aparición de dolor glúteo tiene una sensibilidad del 52% y especificidad del 90%, siendo particularmente útil para diferenciar entre síndrome del piriforme y radiculopatía lumbar2,7. Cuando se combina con el test activo del piriforme (sensibilidad 78%, especificidad 80%), la precisión diagnóstica aumenta significativamente (razón de probabilidad positiva de 4.57)2.
La palpación directa del piriforme en decúbito prono revela sensibilidad localizada en el 85% de los casos4. Además, pruebas de resistencia como la abducción contra resistencia en sedestación o la aducción pasiva del muslo ayudan a identificar disfunción muscular4,5.
El ultrasonido emerge como una herramienta no invasiva y accesible para evaluar cambios morfológicos en el piriforme. Parámetros como el grosor muscular (iTh) y el área transversal (iCSA) muestran curvas ROC con áreas bajo la curva de 0.88 y 0.95, respectivamente, discriminando eficazmente entre pacientes sanos y aquellos con síndrome en etapas tempranas3. El aumento de la ecogenicidad del epimisio y el tejido adiposo circundante también se correlaciona con inflamación crónica3.
La RM, considerada el estándar de oro en imagenología muscular, detecta hipertrofia, edema o fibrosis del piriforme con una resolución superior. Protocolos axiales y coronales oblicuos permiten visualizar variantes anatómicas, como el nervio ciático bifurcado atravesando el músculo, presente en el 6-8% de la población9. Un estudio canadiense resalta que la RM puede identificar compresión nerviosa incluso en ausencia de síntomas graves, facilitando intervenciones tempranas9.
Aunque no específicos para el síndrome del piriforme, estos tests descartan neuropatías periféricas o radiculopatías lumbares. La EMG puede revelar denervación en músculos inervados por el ciático, mientras que la velocidad de conducción nerviosa se altera en compresiones crónicas5,8.
La infiltración de anestésicos locales o corticosteroides en el piriforme bajo guía ecográfica o tomográfica sirve tanto diagnóstica como terapéuticamente. La reducción del dolor postinyección confirma la etiología piriforme, con una especificidad reportada del 95%8,9.
El músculo piriforme, más allá de su función biomecánica, representa un elemento crítico en el diagnóstico y manejo del dolor glúteo y ciático. Su evaluación requiere un enfoque multimodal que integre maniobras físicas validadas (como el FAIR test), técnicas de imagen avanzadas y, en casos complejos, respuestas a intervenciones terapéuticas guiadas.
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